En la primera parte de este artículo hemos visto cómo es la dinámica del movimiento de los planetas en el gráfico natal y la distribución de los mismos por los doce sectores astrológicos. Esta distribución se debe a la rotación de la Tierra en un período de 24 horas, y los planetas se elevan por el Ascendente en sentido de las manecillas del reloj. Una vez que conocemos la proyección espacial de las casas, es momento de adentrarnos en el orden de distribución de las doce casas astrológicas que ha llegado a nuestros días.
La cuestión es que, en un determinado momento histórico del pasado de la astrología, se proyectó exactamente el mismo orden espacial en el gráfico natal de las doce casas astrológicas, siguiendo el mismo orden que tienen los doce signos del Zodíaco. Es decir, de forma artificiosa se decidió que la distribución de cada una de ellas debía seguir exactamente la misma dirección que los signos zodiacales, de oeste a este, y no el movimiento natural y lógico de la esfera celeste, que por coherencia astronómica debería ubicar las doce casas o sectores astrológicos en sentido horario.
Un total dislate desde el punto de vista astronómico, ya que este fundamento teórico se ha mantenido y se sigue aplicando sistemáticamente —e incomprensiblemente— en la actualidad. Se establece que la casa 1 debe estar debajo del Ascendente y, a partir de ahí, imitando el orden de los signos del zodiaco, se organiza el resto de las casas astrológicas, como todos bien conocemos.
Me pregunto: ¿cómo es posible mantener esta base teórica sabiendo que el movimiento aparente de los planetas, debido a la rotación de la Tierra, gira en sentido de las agujas del reloj? Estos se elevan por el Ascendente a través de la casa 12, culminan en el Medio Cielo —donde alcanzan su máxima altura diaria— y, al final del día, se ocultan por el Descendente. ¿Cómo es posible que el orden de las doce casas astrológicas vaya en sentido contrario (antihorario) y se establezca de esta manera, cuando no refleja la dinámica astronómica del movimiento lógico de rotación de la Tierra?
Esta es una de las peculiaridades más interesantes, pero a la vez más desconcertantes a nivel científico, de la astrología. La incoherencia espacial reflejada en el gráfico natal es total.
Cuando vemos en un gráfico natal varios planetas en la casa 12, es porque estos siguen el movimiento natural de rotación de la Tierra; es decir, se elevan por el horizonte este (Ascendente). Por lo tanto, están "naciendo", se están expresando, como lo hace el Sol todas las mañanas, desplegando su potencial con las características propias del planeta, para alcanzar, a media mañana, el Medio Cielo.
Pero paradójicamente, en astrología, a este sector (casa 12), incoherentemente y haciendo caso omiso de los fundamentos astronómicos, hemos establecido que sea la última de las casas, la que da fin al ciclo de domificación de las doce casas astrológicas, sobradamente conocidas por todos.
De forma artificial hemos invertido el orden natural del movimiento celeste y, por tanto, el de la rotación de nuestro planeta. A nivel científico, si quisiéramos explicar la consistencia del sistema de domificación, quedaría fulminado en la teoría y en la práctica. Y no es de extrañar, ya que no disponemos de un sólido argumento astrológico-teórico que dé sustento al orden tradicional que seguimos otorgando a las doce casas astrológicas, pues astronómicamente es inconsistente.
Es más, si analizamos los resultados estadísticos obtenidos por el psicólogo y estadístico francés Michel Gauquelin, quien recopiló datos de más de 60.000 nacimientos en Europa entre 1949 y 1973, utilizando registros oficiales con las horas exactas para calcular las posiciones planetarias con la mayor rigurosidad posible, observamos unos resultados llamativos. Su trabajo se centró en el estudio de personas destacadas en profesiones como el deporte, la ciencia, el arte y la política, y analizó las correlaciones entre los planetas y los logros profesionales. Dividió el cielo en 36 sectores, basados en el movimiento diurno de la Tierra, identificando las "Zonas Gauquelin" —regiones estadísticamente significativas— que coinciden aproximadamente con las casas cadentes de la astrología clásica: la casa 12 (antes del Ascendente), la casa 9 (antes del Medio Cielo), la casa 6 (antes del Descendente) y la casa 3 (antes del Fondo del Cielo).
Sus hallazgos mostraron que un exponencia Marte se concentraba en las casas 12 y 9 en deportistas eminentes, Júpiter en actores y políticos, Saturno en científicos y la Luna en escritores, con una distribución no aleatoria que desafiaba el azar. Estas zonas cadentes abarcan entre el 75 % y el 100 % de los sectores relevantes, en contraste con la teoría manifiesta de la astrología clásica, donde se ha establecido desde siempre que las casas angulares (1, 4, 7 y 10) se consideran las más importantes.
Gauquelin propuso que la verdadera fuerza planetaria se manifiesta en las casas cadentes del gráfico natal, especialmente en las casas 12 y 9, sugiriendo una reubicación de la importancia tradicional.
Además, su estudio sobre la herencia astral indicó que los hijos de personas eminentes heredaban patrones planetarios en estas mismas zonas, reforzando la idea de una influencia cósmica significativa en sectores astrológicos que la astrología no consideraba fundamentales en el gráfico natal.
Estos aplastantes resultados estadísticos implican que las casas cadentes no son secundarias, sino fundamentales, actuando como "puentes" donde los planetas despliegan su máximo potencial tras cruzar los principales ángulos del gráfico natal: el Ascendente, el Medio Cielo, el Descendente y el Fondo del Cielo, siguiendo su movimiento diario.
La casa 12, tradicionalmente asociada con el final de un ciclo, el recogimiento, el aislamiento o el ocaso, se revela como un área activa y expresiva de las características de la personalidad, como si fuera la casa 1. La casa 9, por su parte, se manifiesta inequívocamente ligada a la proyección social mediante la profesión, como si fuera la casa 10. Esto invita a replantear el sistema clásico de domificación, alineándolo con el movimiento diurno (en la dirección de las manecillas del reloj), y priorizando las casas cadentes como los nuevos sectores cardinales de la astrología moderna.
Está claro que la astrología helenística adoptó una visión idealizada del cielo, basada en el movimiento anual del Sol a través del Zodíaco, que avanza en dirección antihoraria visto desde la Tierra (de Aries a Tauro, pasando a Géminis, etc.). Este lógico orden se trasladó a las casas, que se enumeran siguiendo la misma disposición que los signos zodiacales en la eclíptica, pero no en el movimiento diario. Ese fue el error, que hoy, sin explicación astronómica alguna, la astrología sigue aplicando sin que el amplio colectivo de astrólogos del mundo haya corregido dicho equívoco. ¿Nadie se ha dado cuenta de esto?.
Desde siempre, y en cualquier texto astrológico al que queramos remitirnos, el orden de las casas sigue un sentido antihorario, en la misma dirección ordinal de los doce signos del Zodíaco. Se establece que la casa 1 está debajo del Ascendente y, siguiendo ese orden, llegamos a la casa 12 como el final del trayecto vital de una persona. Sin embargo, esta teoría, mantenida por la astrología desde hace más de dos mil años, no tiene fundamento astronómico alguno. Y creo que no pasaría nada si revertimos este colosal equívoco. Rectificar es de sabios, como dice el refrán.
Los textos de astrología clásica y el nuevo enfoque de la astrología moderna definen y describen la casa 12 con las siguientes palabras, que presento a modo de resumen de los términos más repetidos y consensuados al respecto: inconsciente, espiritualidad, misterio, aislamiento, sanación, karma, sacrificio, sueños, secretos, enemigos ocultos, compasión, finales, intuición, subconsciente, trascendencia, reclusión, autoengaño, pérdida, piedad, meditación, caos, vulnerabilidad, redención, cárcel, enfermedades crónicas, hospitalizaciones, etc.
Si comparamos lo que dicen los textos clásicos y modernos de la astrología sobre aquellas personas que tienen varios planetas o stelliums en la casa 1, en comparación con los mismos planetas en la casa 12, se interpreta, a grandes rasgos, de la siguiente manera: la astrología clásica ve la casa 1 como la identidad vital y expresiva, donde los planetas manifiestan sus características con fuerza, mientras que la casa 12 representa reclusión y debilidad, con los mismos planetas debilitados y mermados, sin similitudes entre ambas casas. La astrología moderna interpreta la casa 1 como la proyección consciente de la máxima expresión planetaria, reflejada en el carácter del individuo, y la casa 12 como el inconsciente profundo, con una carga espiritual muy alta, pero donde los planetas pierden fuerza y solo ofrecen un potencial mermado que podría desarrollarse con trabajo. La casa 1 es siempre el "yo" externo y asertivo; la casa 12, un ámbito interno y sutil, con menor manifestación. Ambos modelos astrológicos coinciden en dar mayor expresión a los planetas en la casa 1 frente a la casa 12, donde quedan restringidos más que potenciados.
En base a este principio coincidente de la astrología occidental, voy a exponer varios ejemplos prácticos de personajes históricos sobradamente conocidos para ilustrar el "efecto Marte" en la casa 12. Según indicó Michel Gauquelin, las características marcianas se manifiestan inequívocamente en el carácter personal, de manera similar a las características de la casa 1 del sistema de domificación tradicional que aplicamos, pero esta vez dicha expresión vital se observa con claridad en la casa 12, como vamos a comprobar. Algunos de estos personajes son el presidente de Estados Unidos Donald Trump y el célebre pintor español Pablo Picasso. Si observamos el gráfico natal de estas dos figuras históricas, ambos tienen al planeta Marte en la casa 12. Este planeta siempre ha representado en astrología la virilidad y la sexualidad masculina. Como es ampliamente sabido, ambos personajes han externalizado de manera evidente estas características marcianas en sus respectivas personalidades a lo largo de sus vidas, teniendo una agitada vida sentimental.
Esa demostración simbólica del órgano viril masculino, a nivel profesional, queda reflejada en las grandes iniciativas empresariales impulsadas por Trump, quien amplió sus horizontes en una variedad de negocios, algunos no exentos de riesgos, donde demostró su incuestionable potencial empresarial, incluso en los momentos más difíciles de su trayectoria en el mundo de los negocios.
En el caso de Picasso, el planeta Marte en la casa 12 del gráfico natal se refleja en la mayoría de sus pinturas, donde aparecían mujeres y alegorías que representaban la energía marciana a través del órgano viril masculino, vinculado a cada una de las mujeres retratadas. Lo hacía público; era su expresión vital, que afloraba con naturalidad en ese sector 12.
Con respecto a su carácter personal, podríamos definir a Trump como una persona arrogante, con una confianza excesiva en sí mismo, así como un estilo combativo y directo. Su personalidad se caracteriza por una actitud desafiante hacia la crítica y una notable habilidad para arremeter contra la opinión pública. Además, muestra una tendencia a la polarización y a la toma de decisiones impulsivas.
En el caso de Picasso, podríamos definirlo como una persona intensa, egocéntrica y provocadora. Su carácter se definía por una gran seguridad en sí mismo, un fuerte temperamento y una actitud desafiante hacia las normas sociales. Pionero a nivel artístico y trabajador incansable, dejó una obra prolífica que pocos pintores tienen en su haber.
Entre otros ejemplos de personajes históricos muy conocidos con Marte en la casa 12, tenemos a Aristóteles Onassis, magnate naviero griego; David Ben-Gurión, primer ministro de Israel; Ernesto Che Guevara, revolucionario argentino; Mick Jagger, líder de los Rolling Stones; Juan Pablo II, papa de la Iglesia Católica; Martín Lutero, teólogo alemán; Raúl Castro, presidente de Cuba; Rosa Parks, activista afroestadounidense; Konrad Adenauer, canciller de Alemania Occidental, etc. Las características expresivas de todos ellos son marcadamente marcianas. Marte nunca estuvo impedido, ni física ni mentalmente, en la expresión manifiesta de sus enérgicas personalidades. Y aquí no se trata de afirmar, para sostener las bases tradicionales, que trabajaron mucho espiritual e internamente las cualidades de Marte hasta lograr un buen uso del planeta. Sé que pueden surgir interpretaciones infinitas para justificar un Marte en la casa 12, pero la realidad es que estas personas se expresaron con mayor carga energética que muchas con Marte en la casa 1 clásica.
Si queremos más ejemplos de la expresión de las características de un planeta en una casa cadente, podemos fijarnos en la casa 9 con el concepto de las Zonas Gauquelin o Zonas Más. Uno de los planetas más expresivos y mediáticos en la personalidad de cualquier persona es Júpiter en casa 9. Tenemos dos ejemplos claros: el rey emérito Juan Carlos I de España y el físico alemán Albert Einstein. Ambos compartían carisma, astucia e independencia de pensamiento, además de un fuerte sentido del humor y una actitud cercana y desenfadada. Mostraban empatía en sus relaciones personales y una inclinación por disfrutar de la vida más allá de sus logros profesionales. Su capacidad de adaptación y su espíritu jovial los convirtieron en figuras accesibles y queridas en distintos ámbitos. Esas características son netamente jupiterianas, sin lugar a dudas, y se localizan con claridad en una casa cadente.
Estos son ejemplos claros de que las Zonas Más (casas 12, 9, 6 y 3), propuestas por el investigador francés Michel Gauquelin, mostraban resultados estadísticos elevados con la presencia de determinados planetas que exaltaban las características de la personalidad cuando se encontraban en esos sectores astrológicos del gráfico natal, en las casas cadentes de la astrología clásica.
El sistema de casas astrológicas, ordenado en sentido antihorario, carece de fundamento astronómico al contradecir el movimiento diurno de los planetas, derivado de la rotación terrestre. Además, los resultados estadísticos de Michel Gauquelin demuestran que las casas cadentes, como la 12 y la 9, son fundamentales, mostrando una expresión planetaria rotunda que desafía su rol secundario tradicional. Esto exige replantear la domificación clásica, reubicando estas zonas como sectores cardinales esenciales y legítimos. En ellas, las características básicas de los planetas se manifiestan con fuerza en el carácter individual, como Gauquelin evidenció, equiparándose a la teórica potencia de las casas 1 y 10, un hecho que no puede ser ignorado.
La astrología debe alinearse con la propia dinámica astronómica para ganar consistencia científica. No podemos ignorar las evidencias del cosmos ni el rigor del método científico que la respalda. Estos hechos no solo cuestionan el dogma milenario de las casas astrológicas, sino que proponen una renovación racional y empírica del sistema de domificación. Así, abrimos la puerta a una astrología moderna, fiel a la observación celeste y basada en resultados empíricos, no en teorías astrológicas caducas que, por coherencia astronómica, ya no se sostienen.
Sé que no es fácil aceptar nuevos y coherentes argumentos teóricos, aunque podamos comprobarlos por nosotros mismos. Sin embargo, el peso de muchos postulados teóricos con siglos de vigencia no son faciles de desdeñar. Siempre ha pasado a lo largo de la historia. Es normal.
Os invito a todos, tanto a los profesionales de la astrología como a aquellas personas amateurs o discretamente abiertas o interesadas en ella, a explorar los planetas situados en vuestra casa 12, para que veáis por vosotros mismos —¿y quién mejor que uno mismo para saberlo?— cómo, en realidad, ese planeta o ese stellium no está para nada debilitado ni sufre el ostracismo que la astrología clásica siempre manifestó. Veréis que se convierten en vuestros verdaderos motores, que exaltan vuestra personalidad y definen vuestra individualidad, ya que están, en realidad, en la auténtica casa 1 en esta nueva versión acorde al movimiento espacial del sistema de domificación.
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