Carlos Morales | Barcelona | 01.06.2025 | 19:28 hrs. 


Introducción astronómica:

Solsticio de

verano e invierno

Solsticio, solsticio de verano, solsticio de invierno

El sábado 21 de junio de 2025, a las 02:42 hrs. TUC*, tendrá lugar el solsticio de verano en el hemisferio norte, dando comienzo el verano astronómico en todas las regiones al norte del ecuador terrestre. En los países situados en el hemisferio sur se producirá el solsticio de invierno y, por consiguiente, el inicio del invierno astronómico en dichas latitudes. Este evento marca el día más largo del año para el hemisferio norte y el más corto para el hemisferio sur, cuando el Sol alcanza su máxima inclinación hacia el ecuador en direcciones opuestas.


Las estaciones del año se producen debido a la inclinación del eje terrestre y su órbita alrededor del Sol. El eje de la Tierra está inclinado unos 23,5 grados con respecto a su órbita, lo que se conoce como oblicuidad de la eclíptica. Esto significa que, durante el año, diferentes partes del planeta reciben distinta cantidad de luz solar, es decir, mayor o menor calor.


En el verano (solsticio de verano), el hemisferio inclinado hacia el Sol recibe más luz y calor, mientras que en el invierno (solsticio de invierno), el hemisferio opuesto recibe menos radiación. Durante la primavera (equinoccio de primavera) y el otoño (equinoccio de otoño), la inclinación del eje es tal que ambos hemisferios reciben una cantidad similar de luz solar, lo que hace que las temperaturas en esas estaciones sean más agradables.


Esta variación en la radiación solar a lo largo del año da lugar a las estaciones y a los cambios significativos de temperatura en cada una de ellas.


A lo largo del año hay dos solsticios: uno entre el 20 y 21 de junio, que marca la llegada del verano en el hemisferio boreal y el comienzo del invierno en el hemisferio austral; y otro entre el 21 y 22 de diciembre, que supone el inicio del invierno en el hemisferio norte y el comienzo del verano en el hemisferio sur.


El solsticio de verano tiene lugar cuando el Sol alcanza el trópico de Cáncer, es decir, la latitud más alta al mediodía en el hemisferio septentrional, dando inicio a la estación de verano en las regiones o países situados al norte del ecuador terrestre. Ese día es el más largo del año, ya que disponemos del mayor número de horas de luz. A partir de entonces, las horas de luz solar serán progresivamente más cortas.


En cambio, en los países situados en el hemisferio meridional, el Sol alcanza al mediodía su latitud más baja, dando comienzo al invierno en dicho hemisferio. Ese día es el más corto del año, ya que el Sol se pondrá antes, produciéndose la noche más larga debido a las pocas horas de luz disponibles. Después del solsticio de invierno en el hemisferio austral, las horas de luz solar aumentarán progresivamente hasta la llegada del verano en dichas latitudes, en el solsticio de verano del hemisferio meridional.

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El solsticio de invierno en el hemisferio norte se da cuando el Sol alcanza el trópico de Capricornio, o lo que es lo mismo, la latitud más baja al mediodía en dicho hemisferio, dando inicio a la estación invernal. Por lo tanto, ese día será el más corto del año. En cambio, en los países situados en el hemisferio sur, el Sol alcanzará al mediodía la latitud más alta, dando comienzo al verano para todos los habitantes de dicho hemisferio; siendo ese día el más largo del año en horas de luz solar y el más corto para las regiones o países situados al sur del ecuador terrestre.


¿Te has preguntado por qué los veranos de los países situados en el hemisferio sur tienen temperaturas más cálidas y, en cambio, en la misma estación, en el hemisferio norte, cuando es verano, son mucho más suaves?


Eso se debe a que los veranos en el hemisferio sur suelen ser más intensos que en el hemisferio norte, debido a la inclinación axial de la Tierra y a su distancia al Sol, ya que la órbita terrestre es elíptica.


Durante el solsticio de verano en el hemisferio sur, que ocurre aproximadamente el 21 de diciembre, la Tierra está más cerca del Sol. Esa zona se llama perihelio y sucede el 4 de enero, lo que provoca una mayor radiación solar.


En cambio, en el hemisferio norte, cuando llega el solsticio de verano, alrededor del 21 de junio, la Tierra está más distante del Sol, en el afelio, y tiene lugar el 4 de julio, lo que produce veranos con temperaturas más suaves.


Esta diferencia de distancia en la órbita de la Tierra con respecto al Sol contribuye a la variación en la intensidad de las estaciones, sobre todo en verano e invierno en cada hemisferio.


Pero además de la variación orbital de la Tierra, hay que añadir que los países situados en el hemisferio sur tienen unas temperaturas invernales mucho más suaves y agradables, aunque la Tierra se encuentra en esa época más alejada del Sol (menor radiación solar). Sin embargo, en la práctica no es así debido a otros factores naturales, como la distribución de tierras y océanos, que también afecta a las temperaturas. El hemisferio sur, al tener mayor volumen oceánico y menos superficie terrestre, permite que los océanos actúen como moderadores térmicos, manteniendo las temperaturas más suaves en invierno.


En cambio, en el hemisferio norte, con menor volumen oceánico y mayor masa terrestre, sucede lo contrario: se enfría más rápidamente, lo que genera inviernos más severos, aunque en esa estación se encuentre mucho más cerca del Sol.


El origen de la palabra "solsticio" proviene del latín, de la palabra "solstitium", unión de dos vocablos: "sol" y "statum" (estático), que se traduce como "Sol estático o quieto". El origen de la palabra "solsticio" proviene del latín, de la palabra "solstitium", unión de dos vocablos: "sol" y "statum" (estático), que se traduce como "Sol estático o quieto". Este término hace referencia al momento en que el Sol parece detener su movimiento aparente en el cielo, alcanzando su posición más alta o baja en el horizonte, dependiendo del hemisferio.


A lo largo de la historia, los solsticios han tenido un gran impacto en las culturas y civilizaciones de todo el mundo. En muchas culturas antiguas, el solsticio de invierno era un momento de celebración, ya que simbolizaba el renacimiento del Sol y la vuelta progresiva de los días más largos. Un ejemplo es el famoso sitio arqueológico de Stonehenge en Inglaterra, que fue alineado de manera que los rayos del solsticio de invierno se alinearan con las piedras. Este evento no solo marcaba un cambio estacional, sino que también era considerado como un momento sagrado, cargado de simbolismo y significado religioso, donde se realizaban rituales para asegurar la continuidad de la vida y las cosechas.


El solsticio de verano también ha sido motivo de festividad en diferentes culturas. En Europa, por ejemplo, las celebraciones de San Juan en España, Portugal y otros países coinciden con esta fecha, donde las hogueras, saltos sobre el fuego y otras tradiciones celebran la luz del sol en su apogeo. En otros lugares del mundo, como los nativos americanos y las civilizaciones mesoamericanas, el solsticio de verano se consideraba un momento clave para las ceremonias y la construcción de templos alineados con el Sol. Estas festividades no solo rendían homenaje al astro rey, sino que también marcaban el inicio de nuevas cosechas y ciclos agrícolas, con una fuerte conexión con la naturaleza y el equilibrio cósmico.

 *Las horas de los diferentes eventos astronómicos corresponden al TUC o tiempo universal coordinado que se usa como hora estándar establecida en todo el planeta. Y es la zona horaria de referencia respecto a la cual se calculan todas las otras zonas del mundo


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