Carlos Morales   Barcelona   20.05.2025   18:30 hrs.  

Reflexiones astrológicas:

La cuestión de
los orbes en astrología

Figuras de aspectos, estructuras de aspectos

En astrología, los matices lo son todo. Más allá del simbolismo clásico y las interpretaciones generales, existe un elemento técnico crucial que define la precisión y profundidad de un análisis astrológico serio y riguroso: los orbes, o lo que es lo mismo, los márgenes angulares de tolerancia de un aspecto. Ese pequeño margen angular entre planetas puede ser la diferencia entre una interpretación vaga y una interpretación astrológica concisa y certera. En este artículo exploramos por qué reducir al mínimo esa angularidad de un aspecto es fundamental para acceder a la verdadera esencia de los ciclos planetarios más destacados, tanto en un gráfico natal individual como en el análisis de cualquier acontecimiento colectivo.


Como es obvio, en muy pocas ocasiones los planetas tienen aspectos o ángulos exactos de 90º para la cuadratura, de 180º para la oposición o de 120º para el trígono. Por lo tanto, en astrología utilizamos los llamados orbes, que son los márgenes de tolerancia medidos en grados que se permiten para considerar que dos planetas, o puntos específicos del gráfico natal, están formando un determinado aspecto.


Los orbes aceptados pueden variar según la tradición, la escuela, la técnica o el método que utilice el astrólogo, así como por el tipo de aspecto y la importancia de los cuerpos celestes involucrados. En general, suelen aplicarse orbes muy generosos y poco restrictivos. Por ejemplo, a los aspectos denominados "mayores" se les suele conceder orbes más amplios: a la conjunción y a la oposición, entre 8º y 10º; a la cuadratura y al trígono, entre 6º y 8º; y al sextil, entre 4º y 6º. En cambio, a los aspectos clasificados como "menores", se les asignan orbes mucho más reducidos: al semisextil y al quincuncio, entre 2º y 3º; a la semicuadratura y a la sexquicuadratura, entre 1º y 3º; al quintil y al biquintil, entre 1º y 2º.


También se aplican otros factores que pueden aumentar o reducir el margen en grados del orbe, como ocurre con las luminarias (Sol y Luna), a las que se les permite orbes más amplios, de hasta 10º y 12º. Lo mismo sucede si entra en juego el regente del Ascendente, entre otros. Es decir, las posibilidades dentro de los márgenes de tolerancia de un aspecto son siempre amplias y variadas en astrología, pero nunca restrictivas.


Desde hace muchos años no aplico los orbes ya de por sí estandarizados que aparecen indicados en la mayoría de las biografías sobre astrología. En su lugar, concedo a los aspectos un margen de tolerancia mínimo, siempre inferior a 2º de arco, con el propósito de percibir y acercarme lo máximo posible a la esencia de los principales ciclos planetarios presentes en el gráfico natal.


De este modo, evito adulterar las señales o guiños que nos transmiten los planetas con sus correspondientes distancias angulares, ya que al utilizar orbes más amplios podemos distorsionar la realidad cíclica imperante en esa franja de tiempo, simulando o alterando la validez objetiva de un estudio serio y riguroso. Esto debilita el resultado final desde un enfoque científico, tanto en el análisis astrológico del gráfico natal de un personaje conocido como de una persona anónima, o sobre un determinado acontecimiento histórico como objeto de estudio o análisis astrológico.


Incluso dentro de la interpretación del gráfico natal, en la mayoría de los casos la persona analizada no percibe la dinámica cíclico-planetaria de los aspectos con orbes demasiado amplios, lo que puede llevar a errores interpretativos importantes, ya que el individuo no se siente identificada con el ciclo planetario que estamos analizando a nivel personal en ese momento.


Hay que tener en cuenta que, si aplicamos los orbes estandarizados, habrá de media entre treinta y veinticinco aspectos en un gráfico natal. Pero si reducimos el orbe a dos grados, por ejemplo, la media de aspectos se quedaría en la mitad, unos quince o doce, facilitando encontrar la esencia angular y, con ello, los ciclos planetarios o aspectos que afectan directamente a la persona base del estudio o al acontecimiento social que estemos analizando, mejorando la calidad y eficacia interpretativa.


Desde un punto de vista práctico, es evidente que no tiene la misma fuerza dinámica una cuadratura con una distancia angular mínima de 89º, 90º o 91º de arco que el mismo aspecto con una distancia angular mucho más amplia. Por ejemplo, es mucho más débil el caudal energético de un trígono aplicativo de 112º, donde todavía el aspecto no se ha formado, ya que no ha llegado a la angularidad exacta de 120º, que es, en esencia, la distancia efectiva de un trígono, al igual que la sobrevalorada distancia de 128º o más grados, donde este trígono separativo también pierde toda sus esencia y capacidad energética al alejarse del aspecto exacto o pártil correspondiente al trígono.


Es evidente que, cuanto mayor es el orbe que aplicamos a un aspecto, y este progresivamente se aleja de la angularidad exacta, la capacidad energética del aspecto se debilita, afectando por consiguiente a la interacción de los planetas involucrados. El contacto entre los mismos es residual o inexistente, lo que reduce su eficacia interpretativa al no existir, ya que ha sido inflado por ampliar en exceso el orbe del aspecto.


Lo que sí es incuestionable es que, cuanto menor es el orbe o margen de tolerancia en grados de un determinado aspecto astrológico, mayor es la fuerza dinámica del mismo en el gráfico natal y, por ende, en la vida de una determinada persona. Esta influencia también es perceptible en cualquier acontecimiento mundial, convirtiéndose en ambos casos —ya sea a nivel individual o colectivo— en su ciclo planetario afín o ciclo planetario de referencia.


Por lo tanto, si queremos saber cuál es el ciclo planetario dominante o estrechamente ligado a la personalidad o psique de una persona, simplemente hay que reducir los orbes de los aspectos en el gráfico natal, y el aspecto más cercano a la angularidad exacta es el ciclo vital y recurrente de ese individuo marcando directamente su carácter. 


Ese mismo principio, trasladado a la astrología mundial, nos describe los principales ciclos planetarios que estaban actuando con mayor fuerza dinámica en cualquier proceso colectivo y, por tanto, en cada proceso histórico.

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