Carlos Morales | Barcelona | 17.03.2025 | 14:15 hrs. 

Reflexiones astrológicas:
El sistema de casas
astrológico es insostenible
(Parte 1)

casas astrológicas

Desde mi punto de vista, creo que las doce casas astrológicas que aplicamos en el gráfico natal no se sustentan astronómicamente en lo más mínimo, según el modelo teórico en el que se apoya la astrología, tal como lo hemos aplicado y desarrollado durante siglos. Como voy a argumentar en este artículo sobre las inconsistencias del sistema de las casas astrológicas, es indispensable repasar teóricamente la dinámica del movimiento astronómico del Sol, la Luna y los planetas del sistema solar en relación con los doce sectores astrológicos, que, en definitiva, representan astronómicamente la posición exacta de la esfera celeste trasladada al gráfico natal en astrología.


Imagina que estás parado en un lugar abierto, mirando el cielo estrellado en una noche despejada, sin un atisbo de nubes. Ese cielo estrellado se llama esfera o bóveda celeste. Esta esfera desde el punto de vista de un observador gira ópticamente muy lentamente, siempre de este a oeste, durante el día y la noche. Repito: de este a oeste, en la misma dirección que las manecillas de un reloj analógico o, lo que es lo mismo, de izquierda a derecha si tomamos como punto de referencia la salida del Sol.


Sin embargo, en realidad, lo que está girando es la Tierra sobre su propio eje, que lo hace de oeste a este, al contrario de las manecillas del reloj. Este giro completo tarda unas 24 horas y es lo que causa el movimiento diario que observamos de todos los objetos celestes, debido a la rotación natural de nuestro planeta.


Todo comienza en el horizonte este, el borde donde el cielo parece tocar la Tierra en esa dirección. Allí es donde el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas “salen” y comienzan a elevarse en esa línea imaginaria. Cuando un astro aparece por primera vez sobre el horizonte este, decimos que está ascendiendo. Esa zona en el gráfico natal es el famoso Ascendente; de ahí su nombre.


A medida que pasan las horas, estos cuerpos celestes se van elevando en altura en el cielo. Su altura o altitud se mide en grados desde el horizonte (0°) hasta el punto más alto posible, el cenit (90°), que está justo aproximadamente sobre tu cabeza. Cada objeto alcanza su elevación máxima en algún momento del día o la noche, cuando parece estar lo más alto posible en la bóveda celeste. Para el Sol, esto suele ocurrir alrededor del mediodía; para otros objetos, depende de su posición. Esa zona de máxima elevación se corresponde en el gráfico natal con el Medio Cielo (MC), o Medium Coeli en latín.


Después de llegar a su punto más alto, los objetos empiezan a "bajar" hacia el horizonte oeste. Cuando cruzan este horizonte y desaparecen de la vista, decimos que se ocultan. Por ejemplo, el atardecer es cuando el Sol se pone por el oeste. Lo mismo pasa con la Luna, los planetas y las estrellas: todos siguen este arco de este a oeste. Esa zona corresponde en el gráfico natal al Descendente (DSC), que es el punto opuesto al Ascendente. 


A lo largo de la noche, tanto el Sol, la Luna como el resto de los planetas llegan a la latitud más baja. Esa zona corresponde en el gráfico natal al Fondo del Cielo (FC), también conocido como Bajo Cielo (BC), y en latín se denomina Imum Coeli.


Como hemos podido ver, este movimiento aparente es una consecuencia de la rotación natural de la Tierra. Como nuestro planeta rota de oeste a este, los objetos en el cielo parecen desplazarse en la dirección opuesta. Trasladado esto a la astrología y aplicado directamente en el gráfico natal, el conjunto de los doce sectores astrológicos comprende cronológicamente el período de 24 horas, donde el Sol, la Luna y los planetas del sistema solar recorren aparentemente en un día toda la esfera celeste: cruzan visualmente el Ascendente en la misma dirección que las manecillas del reloj, elevándose por la casa 12 (no ocultándose), recorriendo luego las casas 11 y 10, donde consiguen alcanzar su máxima altitud, que corresponde al Medio Cielo (MC), y luego van descendiendo por las casas 9, 8 y 7, donde se ocultan por la línea del Descendente (DSC). Siguen recorriendo las casas 6, 5 y 4 hasta llegar al Fondo del Cielo (FC), pasando luego por las casas 3, 2 y 1, hasta volver a traspasar el horizonte este del lugar, que corresponde de nuevo al Ascendente, repitiendo el mismo movimiento las 24 horas del día.


La idea de dividir el cielo tiene raíces en la observación del movimiento de los astros, como ya vimos en la explicación anterior del movimiento diario. Los antiguos astrónomos y astrólogos notaron que los cuerpos celestes (Sol, Luna y planetas) seguían patrones regulares respecto al horizonte y al cenit. En Mesopotamia, alrededor del segundo milenio a. C., los babilonios ya registraban estos movimientos y los relacionaban con eventos terrestres, sentando las bases de la astrología.


Sin embargo, las casas astrológicas, como las conocemos hoy, no aparecieron de inmediato. En sus inicios, la astrología babilónica se enfocaba más en los signos del zodiaco (las doce constelaciones por las que pasa el Sol en su camino anual), y no en un sistema de casas personalizado para cada individuo.


El primer sistema de domificación que apareció era de ocho casas, conocido como octótopos (del griego "ocho lugares"). Es anterior al de las doce casas y se usó en los primeros siglos de la astrología helenística, entre los siglos III y I a. C., especialmente en Egipto y luego en Grecia. Este sistema está documentado en textos como los de Nechepso y Petosiris (astrólogos egipcios helenizados del siglo II a. C.) y en algunos fragmentos de astrología temprana.


En este protosistema de casas, el cielo se dividía en ocho sectores basados en los puntos cardinales y sus puntos intermedios (este, noreste, norte, noroeste, oeste, suroeste, sur, sureste). Cada sector tenía un significado asociado a la vida, como la salud, la riqueza o el destino, pero era menos detallado que el de las doce casas que conocemos.


No hay un "momento exacto" documentado, pero la transición al sistema de las doce casas astrológicas que ha llegado hasta nosotros se cristalizó en el período helenístico (siglos III-I a. C.). Fue tras las conquistas de Alejandro Magno cuando las ideas griegas se fusionaron con las tradiciones babilónicas y egipcias. Los astrólogos helenísticos, en particular los de Alejandría, desarrollaron un enfoque más individualizado de la astrología, centrado en la carta natal, que muestra la posición de los planetas en el momento exacto del nacimiento de una persona.


Para esto, necesitaban un marco que conectara el cielo con la vida cotidiana. Así surgieron las casas, que dividen el cielo en doce partes basadas en el horizonte y el meridiano del lugar (la línea imaginaria que pasa por el cenit de norte a sur), tal como hemos visto. Estas divisiones no son las mismas que los signos zodiacales, que son secciones fijas de 30° en la eclíptica (el camino aparente del Sol). Las casas, en cambio, dependen de la hora y el lugar del nacimiento, lo que las hace únicas para cada persona, ya que su posición y longitud varía muchísimo, donde muchas no tienen el mismo tamaño.


El sistema más antiguo y básico de casas es el de casas enteras, donde cada casa corresponde exactamente a un signo zodiacal, empezando por el signo que está ascendiendo en el horizonte este en el momento del nacimiento (el Ascendente). Por ejemplo, si el Ascendente es Aries, la primera casa es Aries, la segunda Tauro y así sucesivamente. Este método es simple y se atribuye a los primeros astrólogos helenísticos.


Más tarde, se desarrollaron sistemas de domificación o cálculo de las casas más complejos, sobre todo para calcular las casas intermedias, que son el resto de los sectores que se encuentran localizados entre el Ascendente (ASC), el Medio Cielo (MC), el Descendente (DSC) y el Fondo del Cielo (FC). Entre estos sistemas estaban el de Porphyrius (siglo III d. C.) o el de Placidus (siglo XVII d. C.), entre otros muchos, que dividen el cielo en secciones desiguales basadas en cálculos geométricos y en el tiempo que tardan los astros en moverse entre puntos clave (como el horizonte y el meridiano). Estos métodos reflejan la influencia de la astronomía griega y la necesidad de una mejor precisión matemática.


Pero ¿por qué tantas opciones? En latitudes extremas (cerca de los polos), algunos sistemas, como Placidus, fallan porque los astros no siguen un arco regular. Además, cada método refleja una visión distinta de cómo conectar el cielo con la Tierra (tiempo frente a espacio, dinámica frente a simetría). Con el avance de la astronomía y las matemáticas, los astrólogos buscaron mayor precisión o adaptaron los sistemas a sus necesidades culturales.


Con el tiempo, el sistema de casas se extendió por el mundo romano, luego al islam medieval —donde astrólogos como Al-Biruni lo refinaron— y finalmente a la Europa renacentista, hasta llegar a nuestros días.


En la astrología, una casa astrológica representa los diferentes escenarios en los que se desarrolla la actividad del ser humano. Inicialmente, se les llamaba "moradas" o "domicilios". El origen del nombre proviene del latín, de la palabra domus, que significa "casa", "vivienda", "morada" o "hogar", y de ahí derivó el nombre tradicional y centenario que conocemos como casas astrológicas. Bajo mi punto de vista, este término debería actualizarse y denominarse "sectores astrológicos", para adecuarlo al vocabulario actual.


Las doce casas se inspiraron en conceptos filosóficos y prácticos de la época. Estos significados tienen raíces en la observación de los ciclos naturales y sociales, adaptados por los astrólogos para reflejar la experiencia humana. Cada una se asocia con áreas específicas de la vida: primera casa, el yo, la personalidad (ligada al Ascendente); segunda casa, recursos, posesiones; tercera casa, comunicación, hermanos; cuarta casa, hogar, familia (ligada al Fondo del Cielo o Imum Coeli); quinta casa, creatividad, hijos; sexta casa, salud, trabajo diario; séptima casa, relaciones, pareja (ligada al Descendente); octava casa, transformación, muerte; novena casa, viajes, filosofía; décima casa, carrera, estatus (ligada al Medio Cielo o Medium Coeli); undécima casa, amigos, aspiraciones; duodécima casa, subconsciente, aislamiento, karma.


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