Carlos Morales | Barcelona | 04.03.2025 | 10:30 hrs. 

Investigación astrológica:

Dinámica de los

aspectos astrológicos
por la fuerza de marea

aspectos en astrología, aspectos, aspectos planetarios

Es evidente que el Sol y la Luna juegan un papel fundamental al proporcionar soporte vital para que se mantenga la vida en la Tierra tal como la conocemos. Nuestra estrella se encarga de proporcionar energía en forma de luz y calor al planeta y de regular el clima, mientras que nuestro satélite natural actúa sobre los océanos, creando variaciones en el nivel del mar, es decir, sobre las mareas. Además, estabiliza la inclinación del eje de la Tierra, lo que contribuye a disponer de las cuatro estaciones que tenemos en un año, además de ralentizar gradualmente la rotación del planeta para tener un día de 24 horas.


Cuando el Sol y la Luna interactúan entre sí a lo largo del mes, se producen una serie de efectos físicos que afectan a la Tierra de manera global. Esto ocurre porque, al unirse sus fuerzas gravitacionales, dan lugar a la fuerza de marea, que es la responsable de las variaciones en los niveles del mar que experimentamos como mareas. Estas interacciones se deben a la atracción gravitacional que ambos cuerpos ejercen sobre los océanos terrestres, pero su efecto varía según la posición relativa del Sol y la Luna respecto a la Tierra. Por este motivo, dependiendo de la posición de los dos astros, tenemos la marea viva de conjunción, la marea viva de oposición y la marea viva de cuadratura.


Cuando el Sol y la Luna están alineados, se da la marea viva de conjunción o la marea viva de oposición. Esto sucede siempre en la fase de luna nueva (conjunción Sol-Luna) y en la fase de luna llena (oposición Sol-Luna), donde sus fuerzas gravitacionales se suman, intensificando el efecto sobre los océanos. Esto da lugar a mareas vivas, en las que el nivel del mar es especialmente alto durante las mareas altas y especialmente bajo durante las mareas bajas. Este fenómeno ocurre aproximadamente cada dos semanas.


Por otro lado, en la marea de cuadratura (cuando la Luna está a 90º del Sol, durante las fases de cuarto creciente y cuarto menguante), las fuerzas gravitacionales del Sol y la Luna actúan en direcciones opuestas. Esto disminuye el efecto combinado de las mareas, resultando en mareas bajas o más moderadas, conocidas como mareas de cuadratura o mareas muertas.


Es importante destacar que el tirón gravitatorio del Sol es mucho menor que el de la Luna, ya que el Sol está mucho más lejos de la Tierra. Sin embargo, cuando ambos cuerpos celestes se alinean, sus efectos gravitacionales se amplifican, generando las mareas vivas. Esto ocurre, además, si la luna nueva o llena coincide con su perigeo, es decir, cuando nuestro satélite está más cerca de la Tierra. En estos casos, la altura de las mareas suele ser mucho mayor e intensa. Si, además, hay tormentas, los efectos pueden ser catastróficos, con graves consecuencias para la vida y para los seres humanos, debido a la altitud que puede alcanzar el nivel del mar.


Hay que añadir también que, cuando el Sol y la Luna están alineados formando una conjunción u oposición, las fuerzas de marea o ambas fuerzas de gravedad no solo afectan al agua, sino también a la corteza terrestre, que se deforma ligeramente. Este fenómeno también contribuye a que la rotación terrestre se frene gradualmente y a que la Luna se aleje lentamente.


A nivel del manto interior de la Tierra, las fuerzas de marea generan efectos, aunque menos evidentes que en los océanos. La gravedad de la Luna y el Sol provoca deformaciones en la litosfera y el manto superior, un fenómeno conocido como mareas terrestres o mareas sólidas, ya que nuestro planeta se estira y comprime ligeramente, con variaciones de hasta unos 40 centímetros en la superficie. Además, las fuerzas de marea pueden influir en la convección del manto, que mueve las placas tectónicas. Aunque el efecto es pequeño, puede contribuir a la actividad geológica liberando tensiones. Algunos estudios sugieren que los cambios de presión por las mareas pueden desencadenar terremotos, especialmente en fallas activas.


En cambio, en cuarto menguante y cuarto creciente, la Luna y el Sol están a 90 grados respecto a la Tierra (cuadratura), lo que genera mareas muertas. Traducido al nivel del manto terrestre, esto significa que las deformaciones por marea sólida son menores, ya que la gravedad de la Luna y el Sol se contrarrestan parcialmente. Como resultado, se produce una menor deformación de la litosfera, haciendo que la corteza y el manto superior se estiren y compriman menos que en luna nueva o llena, lo que reduce la afluencia de terremotos. La disminución de la tensión gravitatoria hace menos probable que las mareas desencadenen actividad sísmica.


Los efectos en la convección del manto, aunque siguen presentes, muestran una redistribución de masas internas más estable en comparación con las mareas vivas. Por lo tanto, en cuarto creciente y cuarto menguante, las mareas sólidas siguen ocurriendo, pero con menor intensidad.


Si incorporamos o extrapolamos a la astrología la analogía de esta constatable dinámica celeste, y los incorporamos a los aspectos astrológicos por estar íntimamente relacionados, es evidente que la conjunción y la oposición son aspectos con un caudal energético enorme y extraordinariamente tensional, ya que generan fricción continua, como ya sabemos y como hemos podido ver en el comportamiento gravitacional de los cuerpos celestes sobre las mareas. En el caso de la conjunción, la potente energía de fricción es generada internamente por el propio individuo; en el caso de la oposición, la fricción energética exponencial es producida por el mundo exterior, es decir, por los demás, los otros, o lo que es lo mismo, por nuestros congéneres o el entorno que nos rodea. Ambos aspectos poseen una carga energética considerable, que puede aprovecharse de manera constructiva si se canaliza correctamente su potente energía o, por el contrario, de forma caótica y destructiva.


En cambio, la cuadratura, como hemos observado en el comportamiento de la propia mecánica planetaria en lo relativo a la fuerza de marea, cuando se encuentran a 90º de distancia, tanto en su fase de cuarto creciente como en la de cuarto menguante, neutraliza los efectos de fricción continuos generados en la conjunción y en la oposición, dando lugar a las mareas muertas. Estos mismos principios, ya postulados en la física clásica, son aplicables al resto de los planetas del sistema solar y sus satélites, ya que es un principio físico universal contemplado en las leyes de la mecánica newtoniana. Por tanto, la distancia angular de dos cuerpos con un ángulo de 90º (cuadratura) da lugar a un aspecto energético neutro, ya que no genera fricción energética alguna; más bien, la minimiza. Esto se debe a que los planetas situados en esa distancia angular no consiguen generar la suficiente energía para utilizarla como motor de soluciones, pues esta se encuentra minimizada o neutralizada por la propia angularidad orbital de los planetas involucrados.


Esta dinámica inherente del propio aspecto a nivel personal genera un conflicto interno de inhibición y frustración, ya que no se dispone del suficiente caudal energético o energía impulsora para resolver los conflictos personales generados por nosotros mismos o aquellos que se generan por la propia inercia vital que se proyecta a través de nuestro entorno en cualquier ámbito de la vida. Por eso, los individuos que tienen alguna cuadratura en su gráfico natal se sienten inhibidos para dar solución a los problemas que tienen que afrontar, porque tienen miedo a encarar los aspectos que requiere la temática de los dos planetas involucrados en este aspecto de 90º. La propia persona no sabe cómo utilizar esta energía con eficiencia, pues no consigue materializar sus deseos y anhelos, así como dar solución a sus propios fantasmas internos o a los procesos dinámicos generados por el entorno donde se relaciona, creándole estados de ansiedad, abatimiento y sufrimiento, que dan lugar a miedos, en algunos casos fundados y en otros, infundados.


Por este motivo, en la astrología clásica se ha denominado a la cuadratura como un aspecto "maléfico", debido a su dinamismo frustrante. Al contrarrestar las energías de los planetas, es como si cada uno de ellos sintiera que la influencia del otro limita su desarrollo. Por lo tanto, es más difícil llevar a término el principio vital de cada planeta en la vida de una persona y en la consecución de logros dentro de una sociedad basada en el rendimiento y la consolidación de objetivos materiales.


Por esta razón, aspectos como la conjunción, el semisextil, la semicuadratura, la sesquicuadratura, el quincuncio y la oposición son dinámicos y favorecen el rendimiento, siendo adecuados para su aplicación en el mundo externo. Sin embargo, si su caudal energético no se dirige correctamente, pueden generar fricción y una lucha agotadora en cualquier ámbito de la vida. En este sentido, el mundo, con su propia dinámica, puede "devorarte" o, por el contrario, recompensarte con logros por tu esfuerzo y constancia.


Por otro lado, aspectos como el sextil, el quintil, la cuadratura, el trígono y el biquintil son armoniosos, producen menos fricción y fomentan una mayor interiorización energética, pero no generan el caudal energético suficiente para que su rendimiento se vea recompensado en la sociedad en la cual vivimos. En consecuencia, proporcionan enormes recursos internos que permiten estar bien con uno mismo, lo que facilita que la vida fluya con cierto equilibrio. No obstante, si este sutil caudal energético se intenta proyectar hacia la consecución de objetivos materiales, en muchos casos puede resultar frustrante y generar un desequilibrio físico, mental y emocional. Es por esto que las cuadraturas pueden percibirse como frustrantes y limitantes.


Es evidente que los fundamentos de la mecánica planetaria se basan en la teoría de la mecánica newtoniana y en los efectos físicos de la dinámica del movimiento orbital del Sol y la Luna sobre nuestro planeta, la Tierra. En su ciclo sinódico, estos efectos son mucho más perceptibles cuando el Sol, la Luna y la Tierra están alineados, formando una conjunción u oposición, ya que suman sus fuerzas gravitatorias, provocando mareas más intensas. Por el contrario, cuando están en cuadratura, contrarrestan o minimizan sus efectos, dando lugar a las mareas muertas.


Este mismo efecto gravitacional, trasladado a la astrología, es el que afecta directamente a cada una de las personas en su vida personal, así como a las masas, debido a la influencia que ejercen tanto el Sol como la Luna, así como el resto de planetas del sistema solar sobre los humanos. Los planetas se relacionan entre sí a través de los ciclos planetarios y los aspectos astrológicos que generan entre ellos. Cada uno se expresa según la intensidad energética del aspecto que se forme por el desplazamiento orbital de cada planeta.


Por lo tanto, las características inherentes a la expresión de un aspecto astrológico son el resultado del desplazamiento orbital de dos planetas que interactúan entre sí. Estos generan mayor o menor fricción en la psique del individuo dependiendo de sus distancias orbitales (aspectos), lo que luego se traduce en una expresión fluida o mermada de las características de cada planeta.


En definitiva, es importante que los astrólogos, quienes son los guardianes y máximos exponentes de la astrología, den un impulso a esta antiquísima ciencia a través de la observación del comportamiento de la mecánica planetaria, con el fin de dar respuesta a todos los principios fundamentales sobre los cuales se ha sustentado la astrología, pero con un enfoque científico, como no podía ser de otra manera, como hemos visto en este artículo, y no simplemente por el hecho de serlo.


En el pasado, los astrónomos-astrólogos, tal y como se establece en los tratados astrológicos, en la mayoría de los casos no sabían explicar el porqué de la eficacia de muchos aforismos astrológicos, pero sí sabían que funcionaban. Actualmente, sabemos que funcionan. Ahora tenemos la oportunidad de darles respuestas tangibles a cada uno de ellos, basadas en el método científico, sobre por qué son efectivos muchos de estos fundamentos astrológicos.


Además, vivimos en la sociedad de la información por doquier, donde tenemos todas las herramientas necesarias a nuestro alcance, por vivir en un mundo que, en estos últimos años, ha avanzado tecnológicamente, así como el conocimiento necesario para dar respuesta a todo lo comentado. Es hora de volver a utilizar los principios básicos de la física clásica y moderna a través de la astronomía para darle coherencia científica a cada uno de los postulados astrológicos. Si no lo hacemos, esta milenaria ciencia nunca podrá despuntar ni incorporarse a la ciencia oficial, que es el lugar donde debería estar si conseguimos entre todos hacer realidad este encomiable y arduo objetivo científico.

Astrología

Nivel energético
de los aspectos

Basándonos en la teoría de la fuerza de marea, como ya hemos observado en el proceso de alineación del sistema Sol-Luna-Tierra, la fuerza o energía que provoca las diferentes distancias angulares en las que se encuentran el Sol y la Luna con respecto a la Tierra genera una mayor fricción o energía cuando están en conjunción y oposición, debido a la suma de sus fuerzas de gravedad. En cambio, cuando ambos astros están en cuadratura, tanto en su fase creciente como en la menguante, contrarrestan parcialmente su atracción gravitatoria.

Esta suma de fuerzas gravitatorias aumenta o disminuye según la distancia angular, haciendo que los aspectos astrológicos sean mucho más energéticos en función de su angularidad. Esto ha dado origen a una escala energética de los aspectos astrológicos basada en esos principios angulares, que mide su nivel energético.

Si partimos de que tanto la conjunción como la oposición, debido a la fuerza de gravedad de cada uno de los astros implicados en la angularidad y a la suma de sus respectivas fuerzas gravitatorias, afectan al cuerpo (planeta) que sufre dicha acción energética, y esta fuerza en ambos aspectos corresponde a una escala energética del 100 %, entonces, en el caso de la cuadratura, esta fuerza es contrarrestada por los astros implicados en un 50 %.

Por lo tanto, los aspectos astrológicos intermedios que se desarrollan en su fase creciente, como el semisextil, semicuadratura, sextil y quintil, que van desde la conjunción hasta la cuadratura, irán disminuyendo su nivel energético gravitatorio. En cambio, el trígono, biquintil, sesquicuadratura y quincuncio, que van de la cuadratura a la oposición en su fase creciente, volverán a aumentar ese caudal energético gravitatorio. Aquellos aspectos en su fase menguante, desde la oposición hasta la cuadratura, disminuirán; y, desde la cuadratura hasta la conjunción, aumentarán de nuevo.


Los aspectos astrológicos mucho más cercanos angularmente a la conjunción y a la oposición, como el semisextil, semicuadratura, sesquicuadratura y quincuncio, tendrán un nivel energético mucho mayor que aquellos que están más cerca de la cuadratura, como el sextil, quintil, trígono y biquintil.


Hay que tener en cuenta que el nivel energético de cada uno de los aspectos astrológicos nunca es inferior al 50%. La cuadratura es el único aspecto que posee un menor porcentaje de energía en comparación con el resto, pero sigue existiendo una fuerza dinámica de fricción planetaria, que es contrarrestada por los astros implicados. Esto provoca que los efectos gravitacionales o las fuerzas de marea sean la mitad de energéticos que en la conjunción y la oposición. No obstante, siguen ejerciendo suficiente energía para generar la dinámica propia e inherente de la cuadratura, con las características que todos ya conocemos, aunque inhibidas para poder actuar de forma inmediata en cualquier faceta de la vida personal.

Conjunción y oposición:
100%
Semisextil y quincuncio:
90%
Semicuadratura y sexquicuadratura:
80%
Quintil y biquintil:
70%
Sextil y trígono:
60%
Cuadratura:
50%

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